Un festival de música bajo el agua para proteger los arrecifes de coral
Los Cayos de Florida (EEUU) fueron el escenario de uno de los recitales más originales del mundo.
En el punto más al sur de la península de Florida, en Estados Unidos, existe un lugar muy especial. Los Cayos forman un archipiélago compuesto de 1.700 islas tropicales de caprichosas formas y tamaños. Un ecosistema de abrumadora belleza y rico en biodiversidad en el que se encuentra la tercera barrera de coral más grande del mundo y la única que sobrevive en Estados Unidos.
Este remanso de paz y aguas cristalinas es uno de los focos de atracción turística más demandados del país. Los visitantes buscan en sus aguas cristalinas un remanso de paz para toda clase de actividades. Desde hacer snórquel a observar delfines, pasando por salidas en moto acuática, cruceros o fiestas en catamarán. Cayo Hueso, la ciudad ubicada más al sur del archipiélago, es famosa por los bares de la calle Duval Street, la Celebración del Atardecer cada noche en Mallory Square y la Casa y Museo de Ernest Hemingway, quien encontró allí inspiración durante los años 30 y 40.
La barrera de coral se ha ido deteriorando a lo largo de las últimas décadas
Pero tanta agitación tiene consecuencias. La barrera de coral se ha ido deteriorando a lo largo de las últimas décadas, especialmente desde los años 80, y muchos de los corales están perdiendo más de la mitad de su cubierta. Una amenaza que ha llevado a los activistas locales a promover toda clase de iniciativas para concienciar sobre la importancia de su cuidado y preservación.
Entre las más singulares, la que desde hace 39 años se celebra en los arrecifes de Cayo Looe: el Festival de Música Subacuático. Una iniciativa que puso en marcha en 1985 Bill Becker, director musical de la veterana emisora local US1 Radio. Lo que en un principio no era más que un entretenimiento para suplir la falta de cultura musical en la zona acabó convirtiéndose en todo un acontecimiento y, sobre todo, una llamada de socorro para salvar un tesoro nacional.
Pero, ¿cómo es un festival bajo el agua? En realidad, tiene más de simbólico que de verdadero festival. La música suena dentro del mar a través de altavoces suspendidos bajo los barcos sobre el arrecife. Los participantes, muchos de ellos disfrazados de sirenas o criaturas marinas de todo tipo, fingen tocar instrumentos al ritmo de clásicos relacionados con el mar como Yellow Submarine, de los Beatles o las bandas sonoras de películas como La Sirenita o Piratas del Caribe. Mientras tanto, los conductores que atraviesan la legendaria y larguísima autopista US1, que parte de Cayo Hueso, también sintonizaron el festival a través de la radio.
Pura vida
Los arrecifes de coral juegan un papel esencial en los ecosistemas marinos. A pesar de que ocupan menos del 0,1% de la superficie total de los océanos, equivalente a la mitad de la superficie de Francia, son el hábitat de un cuarto de todas las especies marinas que existen. La más grande del mundo es la Gran Barrera de Coral, ubicada frente a las costas de Queensland, al noreste de Australia. Una imponente formación que se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros de largo y que alberga innumerables especies.
La Gran Barrera de Coral se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros de largo
Como otros muchos ecosistemas, la Gran Barrera de Coral se encuentra gravemente amenazada. El pasado mes de noviembre, un informe realizado por expertos de la Unesco y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) recomendó incluirla en lista del Patrimonio de la Humanidad en Peligro a causa de los daños ocasionados por el cambio climático. “Durante las últimas décadas, y particularmente en los años recientes, la Gran Barrera de Coral ha hecho frente a presiones considerables que amenazan su valor universal”, señaló el informe.
Una de las amenazas más llamativas es el conocido como “blanqueamiento” de los corales. Un fenómeno que se produce como respuesta al aumento de la temperatura del mar y la disminución de la calidad de sus aguas causadas por la contaminación, y que se traduce en la muerte de los corales, que adquieren un color blanquecino. En menos de 20 años se han producido cuatro episodios de blanqueamiento, que han tenido lugar en 1998, 2002, 2016 y 2017.