The Line: la ciudad futurista saudí que no aprueba en sostenibilidad
Pese a que se vendió como una megaurbe verde y respetuosa con el medio ambiente, algunos expertos critican duramente el faraónico proyecto que se está construyendo en pleno desierto de Arabia Saudí.
170 kilómetros de largo y 200 de ancho para albergar a una población de unos 9 millones de personas. Son las apabullantes cifras de The Line, uno de los proyectos más ambiciosos en los que jamás se ha embarcado el ser humano, y que desde el pasado mes de octubre se encuentra en fase de construcción en pleno desierto de Arabia Saudí.
La premisa es, cuanto menos, llamativa: la ciudad no sólo será gigantesca y completamente lineal, sino que prescindirá de vehículos privados en aras de un mayor respeto al medio ambiente. Además, todas las fuentes de energía necesarias para alimentar el consumo de esta megalópolis serán 100% renovables. Al menos, así lo anunciaron a bombo y platillo sus impulsores cuando arrancaron las obras, en lo que pareció una apuesta clara por la transición energética por parte de uno de los mayores productores de hidrocarburos del planeta.
Puede que las cosas no sean exactamente así. Un artículo que acaba de ser publicado en la revista NPJ Uran Sustainability, centrada en el urbanismo y la sostenibilidad y perteneciente al prestigioso grupo editorial Nature, pone en duda las bondades del proyecto. Y va más allá: en palabras de los autores, The Line es la forma menos eficiente posible de hacer una ciudad.
Rafael Prieto-Curiel y Dániel Kondor, investigadores del Complexity Science Hub en Viena (Austria), están detrás del artículo. Y son muy contundentes en sus conclusiones. “El proyecto nace como la encarnación del sueño de comenzar desde cero y repensar completamente una ciudad”, reflexiona Prieto-Curiel, “pero, para empezar, una construcción lineal es la peor manera de diseñar una ciudad, si recordamos por ejemplo que durante miles de años se han creado ciudades con estructura circular. Por algo la humanidad tiene 50.000 ciudades, y todas son de algún modo redondas”, señala.
Una movilidad compleja
Según los arquitectos, la movilidad es el gran talón de Aquiles de The Line. Y es que su propia planificación hace poco viable trasladarse de un lugar a otro de la manera más sostenible que existe: a pie. Dos personas elegidas al azar que vivan en esta futurista ciudad estarán, como promedio, a 57 kilómetros de distancia la una de la otra. Los arquitectos comparan esa situación con la que se da en Johannesburgo (Sudáfrica), que tiene un área 50 veces mayor que el nuevo proyecto saudí y en la que dos personas al azar están separadas por una distancia mucho menor: 33 kilómetros. Dicho de otra manera: en la ciudad Saudí, tomando como ejemplos una distancia a pie de un kilómetro, solo el 1,2% de la población se encuentra a poca distancia unos de otros.
Para solucionar ese problema, The Line propone un sistema ferroviario de alta velocidad. Pero para los autores del informe, tampoco es la mejor idea. “Para que todos estén a poca distancia de una estación, debe haber al menos 86 estaciones”, explica Dániel Kondor. Como resultado, los trenes pasan un tiempo considerable en las estaciones y no podrán alcanzar altas velocidades de viaje entre dos estaciones. Según cálculos de los investigadores un viaje promedio en The Line durará unos 60 minutos de promedio, y al menos el 47% de la población tendría un viaje aún más largo.
"Las ciudades son más que una colección de vecindarios semiaislados ubicados uno al lado del otro. Lo que distingue a una ciudad de los asentamientos más pequeños no es solo su tamaño, sino oportunidades adicionales fuera del vecindario inmediato, como conciertos o una búsqueda de trabajo prolongada. Por esta razón, debemos considerar el transporte en toda la ciudad", añade Kondor.
Hay algo positivo en The Line: ha generado un encendido debate sobre cómo han de ser las ciudades del futuro. "Este proyecto hace que la gente hable sobre las formas urbanas, y eso es inmensamente importante porque las ciudades, especialmente en África, están creciendo", recuerda Prieto-Curiel. Pero, eso sí, algo tan importante como una ciudad ha de planificarse teniendo más elementos en cuenta que lo llamativo de su diseño.
“Parece lógico pensar que otras consideraciones pueden haber influido en la elección de esta forma única, como la marca o la creación de videos atractivos para las redes sociales”, lamenta el arquitecto. “Sin embargo, es importante comprender las consecuencias, especialmente si The Line se trata como un escaparate. La imagen puede ser atractiva pero el contenido no resiste las críticas urbanísticas y ecológicas”, concluye.