¿Por qué se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente?
Para conocer el origen de esta fecha es necesario viajar hasta 1972. Un tiempo en que el ecologismo y la defensa del planeta eran diferentes a la actualidad. O quizá no tanto.
1972. La ciudad alemana de Munich acoge unos Juegos Olímpicos en los que un atentado terrorista empaña el éxito del nadador Mark Spitz, que consigue 7 medallas de oro. Richard Nixon emprende el primer viaje de un presidente de EEUU a Moscú para tratar de rebajar la tensión de la guerra fría. Y España manda a Eurovisión a Jaime Morey con 'Amanece’, que queda en el décimo lugar. En Los40, coparon el número 1 de la Lista temas de Nino Bravo, Los Diablos, Mari Trini, Julio Iglesias o Marisol, entre otros.
Pero aquel año también fue importante para el medio ambiente. Porque el 5 de junio echó a andar la Conferencia de Estocolmo de Naciones Unidas de 1972, también conocida como Cumbre de la Tierra. Un encuentro que marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la política internacional, pues sentó las bases para la jurisdicción ambiental internacional. Es por ello que, desde entonces y hasta hoy, la fecha está marcada en el calendario como el Día Mundial del Medio Ambiente.
Señales de alarma
Por aquel entonces, asuntos como el cambio climático no estaban encima de la mesa. Y sin embargo, la preocupación por el medio ambiente ya había comenzado a extenderse entre la sociedad desde una década atrás, gracias a la voz de alarma dada por algunos pioneros.
En 1962, la publicación del libro Primavera silenciosa, de Rachel Carson, desveló los vínculos entre los pesticidas industriales y la extinción de insectos, los daños a la vida salvaje y la contaminación del agua en los EEUU. Cinco años después, en 1967, la propia Suecia protagonizó un enconado debate a raíz de una investigación del científico Svante Odén publicada en el diario más leído del país, Dagens Nyheter. Odén descubrió un fenómeno en el que hasta ahora nadie había reparado: la lluvia ácida, causada por las emisiones de dióxido de azufre de toda Europa.
Inspirados en todos aquellos acontecimientos y revelaciones de la comunidad científica, los diplomáticos suecos sugirieron a las Naciones Unidas que se debería organizar una gran conferencia ambiental. Y estos tomaron nota.
Lo que se abordó en la Conferencia de Estocolmo sigue sonando, 51 años después, sorprendentemente vigente. Entre los discursos más visionarios, y que fueron tildados por muchos como de catastrofistas, destacó el de Gösta Ehrensvärd, profesor de Bioquímica en la Universidad de Lund. Ehrensvärd alertó a los asistentes sobre el agotamiento de los recursos limitados del planeta. Y se atrevió a vaticinar una crisis global en 2050 espoleada por el crecimiento acelerado de la población.
Hoy, muchos consideran que no hemos avanzado en materia medioambiental. Al menos, no lo suficiente. La biodiversidad ha retrocedido de manera drástica, la contaminación del aire y los océanos se ha hecho más presente y el cambio climático avanza a marchas forzadas. Pero no todo son malas noticias: la humanidad ha progresado notablemente en materias como el uso de energías renovables. El reciclaje de toda clase de productos forma parte de nuestro día a día. Y buena parte de la ciudadanía ha tomado conciencia de la importancia de cuidar nuestro planeta. Es momento de seguir construyendo un mundo mejor.
¿Qué puedes hacer tú?
Cualquier pequeño gesto suma para cuidar el ambiente: es cuestión de cambiar el chip. Y puedes hacer muchas cosas: desde limpiar una playa hasta plantar un árbol. Pero en última instancia, casi todos los actos cotidianos pasan por las llamadas “tres erres” del ecologismo. Son las siguientes:
Reciclar. Vidrio, papel, pilas, envases… Prácticamente todo es susceptible de ser reciclado para fomentar la economía circular, una de las patas del ecologismo. Asegúrate de llevar tus residuos al contenedor correspondiente. O dado el caso, al punto limpio más cercano.
Reutilizar. Desde la ropa hasta los electrodomésticos, pasando por los muebles. Todo puede tener una segunda vida. Cada vez son más los ciudadanos que lo tienen en mente, lo que ha provocado un auge sin precedentes de la segunda mano.
Reducir. La tercera y última erre. Y en cierto modo, la más importante. Al fin y al cabo, el residuo más sostenible es el que no se genera. Piensa con cabeza antes de consumir, y ten en cuenta las consecuencias que tiene para el planeta. Ser un consumidor crítico no sólo es posible: también necesario.