Raoul lanza 'El pecado': así es su primer disco, que narra una historia de aceptación y liberación LGTB
10 canciones y 2 interludios componen este primer álbum donde el cantante catalán abre completamente su corazón para mostrarse tal y como es
Ya está en nuestras manos. El pecado, el disco debut de Raoul, llegaba a todas las plataformas durante la medianoche de este 2 de junio para contarnos una historia muy concreta: la suya. La espera ha sido larga (casi seis años nos separan del Raoul Vázquez que conocimos en la Academia de Operación Triunfo 2017) y tras dos años de parón entre Caníbales y Lo que debe pasar (el primer single de esta nueva era), el disco al completo está con nosotros.
10 canciones y 2 interludios componen este primer álbum donde el artista catalán ha mimado cada detalle, presentando un proyecto donde cada tema tiene su vídeo propio, con una estética muy cuidada para trasladar a la perfección las ideas que ya estaban en la cabeza. Tras las cámaras Judit Villarosa se ha encargado de dirigir cada uno de los vídeos que llegaban también esta medianoche a YouTube, acompañada por un equipo de profesionales y familia que han trabajado codo con codo con el artista para ofrecernos este exquisito resultado.
Una historia de liberación
Hace unas semanas Raoul ya visitó los estudios de Los40 para presentarnos sus dos primeros singles, Lo que debe pasar y Prisionero, adelantándonos que se trataba de una historia de liberación para el colectivo LGTB: en concreto su propia liberación, la de un niño que sale del cascarón, su Edén personal, y se enfrenta a un mundo donde hay partes de su identidad que debe esconder, que a ojos de una parte de la sociedad se consideran un pecado.
Pero Raoul no tiene ganas de mantenerse en una prisión ni de ser normativo, de limitarse por las barreras sociales en las que no encaja. Raoul pierde sus alas, acepta sus cicatrices, saca a su lobo feroz y se muestra al mundo tal y como es. ¿Por el camino? Muchas palabras de aliento y superación, muchas referencias a la cultura popular, un enamoramiento, una traición y un viaje de vuelta para encontrar el amor propio y superar una relación pasada.
Las canciones, pese a que se pueden escuchar desperdigadas e independientes unas de otras, adquieren un mayor sentido cuando se escuchan en orden, porque existen paralelismos entre ellas y porque siguen una cronología concreta. Para disfrutarla en condiciones hay que empezar por el principio.
En El niño Raoul nos presenta a su yo más pequeño. En medio de la oscuridad, Raoul ha salido del Edén en el que nació y ha perdido sus alas. Unas alas que sostiene entre sus manos mientras durante la melodía de la canción repite "al niño no se le puede frenar, abraza cada paso para saber dónde va" Un niño que tiene derecho a sentir, a vivir y a expresarse tal y como es.
Unas ideas que continúan en Prisionero cuando canta "yo no voy a cambiar ni quisiera": Raoul se deshace de sus cadenas y tapa sus cicatrices con unos guantes de látex que le entrega su propio niño interior, iniciando una liberación como miembro del colectivo LGTB que continúa en Un ganador: "Me he despertado muy vivo sin ganas de ser normativo. Saliéndome de ese cuadrado, que no quepo por ningún lado [...] Seré un ganador".
En este tema, además, vivimos un momento muy especial cuando se intercalan con la melodía las palabras de Javier Calvo durante su discurso de aceptación en los Premios Feroz tras recibir el galardón a la Mejor comedia por La Llamada. Durante sus declaraciones el cineasta se emocionaba mientras comentaba: "si algún niño, alguna niña me está mirando y tiene miedo o siente que se ha perdido, siente que no le van a querer que sepa que le van a querer, que va a encontrar su sitio, que tu familia te va a querer y que vas a encontrar tu sueño [...] que vamos a escribir historias para que tú te sientas identificado".
Y es que, igual que La Llamada, El pecado narra una historia de aceptación que rechaza el propio concepto de pecado, cuyo título aparece tachado porque, en palabras del propio Raoul, "nunca he cometido ningún pecado por ser quien soy".
Aceptarse a uno mismo
Con el primer interludio, Loles León expresa muy bien lo que viene a continuación. Algo que parece una explicación de su hiato personal y profesional durante estos años: "Sentir que no encajas puede ser lo más doloroso del mundo. Todos necesitamos tiempo para poder volver siendo nuestro verdadero yo. La familia es muy importante y su amor siempre es incondicional..."
Por eso la siguiente canción, Su príncipe, es una carta de amor a la mujer de su vida: su madre. Que da paso, además, a una de las canción más sensuales del disco, Lobo feroz, donde Raoul rechaza el brillo del niño del Edén y se entrega a su instinto animal, a la noche y al pecado.
El segundo interludio precipita los acontecimientos de lo que pasa a continuación. Ansiedad, una canción que habla de un momento en el que se odiaba a sí mismo por todo el odio que veía a su alrededor y de no dejar que nadie le vea siendo vulnerable, pero también de su relación con las redes sociales y cómo ha cambiado a lo largo de los últimos años.
Una vez superada esta etapa de aceptación personal, la última parte del disco narra la última parte historia, la del primer desamor importante. Una ruptura anunciada en Lo que debe pasar pero que sufre un giro de 180 grados en Nunca imaginaría, donde Raoul se entera de la infidelidad y la traición de su pareja.
Sin embargo, como el ave fénix, resurge de sus cenizas en Por pecados como tú y Chicos de oro: sigue echando de menos a esa persona, pero el tiempo y conocerse bien le permiten recuperar su autoestima y amor propio; reconociendo que están mejor por separado.
Con unos sonidos en los que no ha abandonado las baladas pero en los que explora nuevos sonidos entregándose al pop, a los sintetizadores y a los sonidos urbanos (¡incluso a los toques de jazz!), Raoul nos enseña a su verdadero yo con su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Y para ti, ¿cuál es tu canción favorita de El pecado?
Mario Caridad
Redactor en LOS40. Ana Mena y Taylor Swift son mi Imperio Romano. Un poco como Lalola: en el momento...